Edadismo, otra forma de discriminación

En las sociedades tradicionales se entendía que alcanzar una edad avanzada suponía una gran sabiduría. Los adultos mayores eran considerados personas llenas de conocimiento y experiencias.

 

En la actualidad esta imagen de las personas mayores ha dado un tremendo giro. Tanto los medios de comunicación, como la publicidad o el cine o incluso las leyes o decisiones políticas, han hecho que se instaure entre nosotros una idea muy negativa sobre la vejez. Todo va encaminado a retrasar el envejecimiento lo máximo posible y entendemos esta época de nuestra vida como un peso y a las personas de edad avanzada como una carga.

 

En muchas ocasiones esta nueva realidad genera un tipo de discriminación llamada edadismo, que no es más que la discriminación por edad, en concreto, una discriminación hacia la edad avanzada. Consiste en tener prejuicios y establecer estereotipos hacia las personas por el simple hecho de ser mayores. Funciona exactamente igual que otros tipos de discriminación como el racismo o el sexismo pero en este caso se da una paradoja curiosa: todos nosotros vamos a formar parte de ese grupo al que ahora discriminamos, así que, de alguna manera, es como una especie de discriminación hacia nuestro yo futuro.

Son otras generaciones las que se erigen como las únicas capaces de tomar decisiones y se relega al mayor a un papel de mero espectador sin poder decidir absolutamente nada sobre lo que repercute en su propia vida, cuando ellos tienen tanto derecho como los demás a vivir con plenas libertades y poder de decisión.

 

Como indica la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA): “Los mayores son ciudadanos de pleno derecho y, por lo tanto, tienen las mismas obligaciones, derechos y responsabilidades que el resto, por lo que es hora de dejar atrás los estereotipos y discriminaciones hechas en referencia a su edad“

 

Ejemplos de edadismo que nos podemos encontrar

 

Algunos ejemplos claros de edadismo a los que debemos ponerle solución son los siguientes:

 

  • El edadismo institucional. Dentro de él incluimos todo lo que tiene que ver con el funcionamiento de la sociedad como las políticas relativas a los centros para la tercera edad, que en muchas ocasiones van en contra del bienestar de los mayores o las leyes que dejan en una situación vulnerable a la gente mayor desempleada.

 

  • Las numerosas barreras arquitectónicas con las que se encuentran, teniendo que enfrentarse a espacios que no están preparados para ellos, una importante parte de la sociedad.

 

  • Considerar que los mayores no pueden decidir. Esto lo observamos por ejemplo, a la hora de no dejarles votar, no consultarles o no pedirles opinión sobre las cosas que les atañen. Incluso cuando existen grandes limitaciones la capacidad de decisión no tiene porque estar mermada para absolutamente todo. Debemos dejar que los mayores decidan y se equivoquen.

 

  • Tratarlos como niños o como si estuviesen aprendiendo cómo funciona el mundo. Hay que evitar esa condescendencia y sobreprotección (paternalismo) y saber distinguir entre cariño y ternura y el hecho de infantilizar a las personas de edad más avanzada. Ejemplos de infantilización sería por ejemplo, llamar a los centros de atención a personas mayores guarderías, decir que las personas mayores son como niños o decir que cuando asisten a terapias van al colegio. Son errores que muchas veces se cometen inconscientemente por no saber cómo gestionar la situación y que influyen de forma negativa en los más mayores pudiendo llegar a causarles incluso depresión o la sensación de que no son útiles. Una solución es consultar con un especialista o incluso con una psicóloga o psicólogo cómo debemos comportarnos ante el cuidado de un mayor.

 

  • Tratar la sexualidad en la edad más adulta como tabú o como algo que no debería suceder. Se considera que en la vejez el sexo ya no debe ser motivo de preocupación. El cuerpo anciano en esta sociedad se ve como algo antiestético, que no debe mostrarse y la mayoría de la población ve las relaciones sexuales a una edad avanzada como algo que les produce rechazo, cuando es un acto tan natural como las relaciones a cualquier otra edad. No a todas las personas les apetece disfrutar del sexo a cierta edad pero para muchas de ellas sigue siendo algo apetecible y tienen derecho a poder disfrutarlo de forma plena.

 

  • Considerar la vejez antiestética y carente de interés y por tanto excluir a las personas mayores de ámbitos como el cine o la televisión, en los que están infrarrepresentadas o sus papeles son de una importancia menor.

 

  • La discriminación laboral: llegar a cierta edad supone mayor dificultad para encontrar un trabajo, lo cual dificulta mucho la situación a personas que se quedan en el paro cuando ya no son considerados jóvenes por la sociedad. Es una situación muy frecuente incluso en personas menores de 60 años.

 

  • Pensar que todas las personas mayores son muy parecidas entre ellas. Esto no es en absoluto cierto. Los rasgos de la personalidad se mantienen a lo largo de todo el ciclo vital y los gustos de cada persona son diferentes, esto no cambia en la vejez. Por eso es importante preocuparse en conocer los gustos y la forma de ser de los adultos mayores para saber adaptarnos lo máximo posible a ellos.

 

  • Aislar a los senior de la vida social. A ellos también les gusta disfrutar de sus familiares y amigos, estar acompañados, participar en conversaciones y disfrutar de eventos. No los releguemos al mero papel de ocupar una silla, facilitemos su participación en cualquier evento o momento social.

 

Cuando el edadismo se convierte en maltrato

 

El maltrato ejercido sobre las personas mayores puede ser de tipo económico, como en los casos de estafas o robos; maltrato físico o maltrato sicológico, este último el más frecuente en la sociedad española y el más difícil de detectar.

 

La Organización Mundial de la Salud alerta de que el 10 % de las personas mayores sufre algún tipo de maltrato, ya sea físico, sexual, psicológico o económico y lo califica como un importante problema de salud pública

 

A la hora de hablar de maltrato hay que tener en cuenta la responsabilidad legal, es decir, los casos de mayores dependientes o incapacitados que necesitan de un tutor o tutora legal. De esta forma el Código Penal señala que: “el que dejare de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar o de prestar la asistencia necesaria legalmente establecida para el sustento de sus descendientes, ascendientes o cónyuge, que se hallen necesitados, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 12 meses.”

 

Por otro lado, debemos contemplar también la responsabilidad social que nos afecta a cada uno de nosotros, si queremos construir una comunidad más saludable. Es labor de toda la comunidad evitar el aislamiento involuntario de un adulto mayor e intentar preocuparse de si tu vecino mayor se encuentra bien. Como bien indican desde la Cruz Roja, debe ser el conjunto de la sociedad quien se preocupe por los mayores y por facilitar una mejora en su forma de vida con pequeñas acciones.

 

El 45,3% de los senior piensa que la sociedad los considera una carga para la economía y la Seguridad Social. Tan solo el 30% cree que sus hijos y nietos los consideren un apoyo necesario. Pongamos cada uno nuestro granito de arena y cambiemos estas cifras tan tristes.

 

Consecuencias y solución

 

Llevar a cabo acciones edadistas puede causar que las personas de edad avanzada caigan en una depresión al sentirse una carga para sus familiares, que tengan una percepción negativa de su propio envejecimiento, que se aíslen socialmente e incluso que les resulte más difícil enfrentarse a sus limitaciones físicas y vitales, produciendo esto incluso una disminución en sus vidas de una media de 7 años y medio.

 

Para resolverlo es importante consultar a especialistas y a expertos que nos ayuden a enfocar el problema y cambiar la idea que tenemos sobre la vejez, evitando así dejarnos llevar por estereotipos y prejuicios sobre las personas mayores. Siempre estamos a tiempo de cambiar nuestras conductas y trabajar para construir sociedades más justas y prósperas.

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