Una difícil elección.

A menudo, me planteo, el hecho de que en un futuro seré yo, la que me encontraré con la necesidad  de buscar el mejor recurso para mi atención cuando llegue a mi vejez. Quizás pienso en ello por deformación profesional, pero al plantearme esta situación hay algunas cosas que me gustaría que mis familiares tuviesen en cuenta, si yo no fuese quien, de tomar la decisión.

Se ha escrito mucho sobre este tema en cuestión » La difícil elección del recurso más adecuado para la atención de nuestro mayor», por eso a mí me gustaría dar mi aportación y visión como profesional y persona a la vez.

Voy a centrarme en la elección de un centro residencial como recurso, puesto que es el ámbito que más conozco y del que considero que puedo aportar más ideas. Desde mi punto de vista, para la elección ideal para nuestro cuidado o el de nuestro familiar, deberíamos partir de las siguientes premisas:

1º El nivel de dependencia adquirida por nosotros o por nuestro mayor. Cada tipología de centro está orientada al cuidado del mayor según su nivel de dependencia, así pues en función de esto, estarán obligados a ofertar un mínimo de servicios por ley (ratios de personal, equipo técnico, instalaciones, etc…). Importante es, que estos se cumplan.

A partir del punto anterior tendremos un abanico más limitado de posibilidades de elección de centros, y es aquí donde considero que se deberían de tener en cuenta nuestras o sus preferencias con respecto al tamaño de más conveniente. Existen ahora mismo una gran variedad de centros destinados al cuidado de personas mayores, según su tamaño (nº de plazas), de menor a mayor tamaño existen: pisos tutelados, viviendas comunitarias, hogares residenciales, miniresidencias y residencias. Su capacidad de elección también dependerá en buena parte del punto anterior. Generalmente, aunque no siempre, cuanto menor sea el número de plazas, mayor será su capacidad  para individualizar y personalizar la atención.

Para mi uno de los ítems más importantes filosofía del centro. Como dice el refrán «Cada maestrillo tiene su librillo» y aunque todos los centros tenemos la labor del cuidado del mayor, no todos seguimos los mismos modelos de cuidado. Por ello considero fundamental el conocer de antemano cuál es la línea a siguen los que a priori nos interesen. Aunque como personas ajenas a la profesión no sepamos cuales son los diferentes patrones de cuidado del mayor, unas preguntas clave quizás serían: ¿Cómo es el día a día en el centro? ¿ En qué se basan para planificar mi plan de cuidados o el de mi familiar? Por eso si estamos o el mayor está, con capacidad para poder decidir, considero que la información que se obtenga de cada uno de ellos en este sentido, es necesario transmitírsela y explicársela. Seguro que encuentran grandes diferencias que le ayudarán a elegir, la información es poder.

Una vez elegido algún centro en función de lo anterior, toca la visita. Así conocerá de primera mano toda la información, no sólo la verbal, si no también la que perciba a nivel visual, auditivo y olfativo. En la visita al centro para mi es fundamental observar, si les dan la oportunidad, a los residentes que se encuentren en él en ese momento, quizás les parezca entrometimiento, pero ellos más que nadie son el fiel reflejo del cuidado que se presta (como están sentados, vestidos, peinados, aseados) muchas veces son ellos los que con sus palabras, gestos y miradas dan una información más fidedigna.

Ver el estado de las estancias (higiene, mantenimiento, adaptabilidad, accesibilidad) y también el personal en número y actitudes del mismo en el momento de la visita. Preguntar por los menús, siempre deben estar expuestos al cliente, así como la correspondiente acreditación de la administración de ser una entidad prestadora de servicios sociales (en el caso de Galicia), licencias de ayuntamiento, pólizas de responsabilidad civil, régimen interno. Gestiones sanitarias, administración de medicación, actividades que se realicen desde el centro bien sean dentro o fuera de él, protocolos. Pregunten todo y más.

Lo siento si les parezco desconfiada, pero una a estas alturas ya ha visto casi de todo.

4º Precio, supongo que en este momento es algo de especial relevancia y que al final va a ser, muchas veces sin querer lo que determine la elección. Tirando nuevamente del refranero recuerden que «nadie da los duros a cuatro pesetas». Decirles al respecto que como directora y gestora conozco de primera mano esta cuestión y que el coste de creación y mantenimiento de un centro residencial es elevado, por lo que si en algún centro les ofrecen una calidad en el cuidado, por un precio ínfimo, algo no va bien (salvo plaza pública o concertada). Plantéense las siguientes cuestiones: ¿ Cuanto gasto yo al mes en necesidades básicas sin tener a mi servicio a todo un elenco de profesionales al mi alrededor? Si lo tuviese ¿Cuánto me costaría mantenerlo?. Quizás así vea más claro mi planteamiento. Lo barato o caro no lo da el precio, si no el servicio, atención, etc. Otra cosa distinta es que uno pueda o no pagárselo.

5º Cercanía con mis familiares, amigos y allegados. Quizás este punto, sea hoy en día, con las comunicaciones existentes, el menos determinante, pero que duda cabe que el hecho de que la residencia se encuentre lo más cerca posible de todos ellos o incluso en el lugar, barrio, etc,  donde reside o residimos, va a ayudar a que se mantengan todas esas relaciones sociales, tanto dentro como fuera del centro. Esto hará que el proceso de adaptación sea mucho más fácil y el hecho de cambiar de hogar menos traumático.

Para finalizar, pero para mi tanto o más relevante que lo anterior, sería preguntar a nuestro familiar o a nosotros mismos las siguientes cuestiones:

¿Cuál es mi/su vida actual? ¿ Qué vida me/le gustaría tener en un futuro? Existen residencias urbanitas, rurales o alejadas de toda civilización, por lo cual será importante establecer el estilo de vida quiero tener hoy y en un futuro cercano, para su elección. Por ejemplo si soy una persona que hago mucha vida social, uso el metro o el autobús, quedo con mis amigos para tomar el café, la elección no será lo misma que si soy una persona que amo el campo, me gusta escuchar los pájaros todas las mañanas y coger la fruta del árbol.

No sé si al final tendré que llamar este post «La fácil elección» por haberos sido de ayuda, pero con esa intención lo he escrito.

Y no olvideis que el ser mayor no implica, no tener capacidad de decisión ni derecho a elegir, contar con su opinión hará que todos llevemos la situación mucho mejor.

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