Cuento de Navidad

Son las 8 de la mañana de un seis de enero frío y lluvioso. Todo está en silencio, es demasiado temprano para villancicos y algarabía, la gente aún duerme la resaca de la noche anterior. La casa huele a la deliciosa cena que disfrutasteis y en la mesa las copas vacías siguen reflejando los brindis infinitos que los adultos de la casa llenos de alegría no paraban de hacer, felices por ver a toda la familia junta y unida.

Una pequeña o un pequeño tú se despierta de golpe. ¡Ha llegado el día! ¡Día de reyes! Este año has pasado parte de la noche intentando no dormirte para poder ver llegar a sus majestades cargados de regalos, pero el sueño te ha vencido y la ilusión por descubrir qué te han traído te devora por dentro ahora mismo. Sigues un caminito de caramelos que recorre todo el pasillo. Por supuesto no puedes evitar la tentación y te los vas comiendo mientras avanzas con el corazón a mil hasta llegar al árbol. Ya los puedes ver, brillando con sus papeles de colores. ¡Los regalos! Te lanzas sobre ellos y empiezas a abrirlos con ansias. Tus hermanos y primos te acompañan en el ritual. Estáis todos sentados alrededor del árbol disfrutando del momento y observados por los mayores que no pueden disimular sus sonrisas y la emoción en su mirada.

Pasas la tarde jugando sin parar, incluso encuentras un momento para bajar a casa de tu vecina, que normalmente siempre recibe un montón de regalos, a jugar con lo que le han regalado a ella.

Por la noche, con el cuerpo rendido por el agotamiento, te metes en cama y todos los recuerdos de la Navidad, que en tu pequeña cabecita parece eterna, acuden a tu mente. La verdad es que han sido unos días geniales. Visualizas los primeros días de diciembre, los de preparación de las fiestas: recogiendo el musgo para el belén y yendo con tu padre a cortar un pino. Después montando el belén con tus hermanos, tus padres y tus abuelos, que de lo grande que es, os ha llevado semanas preparar. Y es que no es un belén cualquiera, este tiene río, casetas, molinos….A todo ello ha seguido la nochebuena con su reunión familiar, sus villancicos y por supuesto una buena comida en una bonita y enorme mesa…

Entre tanto pensamiento intenso sucumbes al sueño y comienzas a imaginar cómo será la navidad cuando seas mayor. Quién sabe, quizá las calles estén llenas de robots cantando villancicos y brujas disfrazadas de madrinas intenten quitarte tus regalos de navidad. Lo que sí que está claro es que seguirás disfrutándolas con la gente que más quieres a tu alrededor.

Desde el equipo de O Lecer deseamos que tu cuento de navidad de este año sea realmente especial. Nosotros hemos compartido este contigo, un cuento elaborado entre los recuerdos de infancia y los deseos de los trabajadores de O Lecer. Una buena manera de resumir lo que sentimos es este poema que Ania nos ha regalado y con él os deseamos unas muy felices fiestas en compañía de los vuestros y que la ilusión siga estando presente. ¡Gracias por compartirlas con nosotros!

» Navidad. Un tiempo para poder amar. Un tiempo en el cual se esconden nuestras raíces. Tiempo de paz , tiempo de perdón. Un tiempo que respira con tanto sentido que no se borra de nuestros recuerdos.

Navidad. Emociones cogidas de la mano, regalos y risas que llenan nuestras vidas por un instante. Gestos que imitan lo verdadero. Tradiciones que son parte de nuestra historia.

Navidad, ¿qué se esconde en ti? ¿ Dónde está el precioso mensaje que llevas en tu esencia? ¿ Dónde enterraste tu principio?

Navidad, a tu origen, a tus raíces vuelvo hoy. Quiero palpar con mis manos que lo verdadero aún existe.»

 

 

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