Sun City, la ciudad de la eterna juventud
Sheriffs de 90 años, cheerleaders pertenecientes a la tercera edad, ancianos jugando a los bolos…en la ciudad del sol todo esto es posible. Paseando por sus calles perfectamente ordenadas o dentro de sus casas clónicas podemos encontrarnos con unos cuantos miles de ancianos que disfrutan de su tiempo libre escapando de las mecedoras, las camas y la pasividad.
Fundada en 1959 a las afueras de Phoenix, Arizona, por Delbert E. Webb (1899-1974) , magnate californiano copropietario de los Yankees, Sun City – hasta su idílico nombre parece formar parte del slogan de un anuncio- se presentó como la primera ciudad para personas jubiladas.
Se trata de una comunidad cuyo propósito es mantener sus mentes y cuerpos activos a través de innumerables actividades: baile, patinaje, yoga, bolos, natación y por supuesto, ajedrez y poker. A día de hoy unas 40.000 personas mayores viven allí, con una media de 72 años, rodeados de casas perfectas, zonas de ocio, mercadillos y supermercados.
Sun City es un paraíso artificial al que emigran los pensionistas en busca de sol, del cual disfrutan una media de 312 días al año, además de ser una de las ciudades más limpias y con menor tasa de criminalidad de Estados Unidos. Pero con una particularidad: está prohibido vivir allí si tienes menos de 55 años, de esta forma sus ciudadanos no sólo escapan del frío sino también de la vejez, ya que en Sun City todo pasa excepto el tiempo; y es que como ellos mismos dicen “No hay tiempo ni para envejecer”.
Aquí la juventud es eterna, todo transcurre como si vivieran constantemente en un interminable fin de semana adolescente. No conviven con la gente joven para no ser conscientes del paso del tiempo, de esta manera configuran su propio mundo aislándose de una sociedad en la que, hasta no hace mucho, no eran valorados lo suficientemente ni incentivados para seguir activos.
El alemán Peter Granser retrató esta particular ciudad y a sus habitantes en el año 2005 a través de una serie de fotografías plagadas de luz y color. El fotógrafo alemán intenta huir del cinismo y simplemente busca reflejar la magia excéntrica de esta ciudad de maravillas. Podemos ver algunas de ellas a continuación. Aunque su intención era dotarlas de un ligero tono de exageración, ¿no distan tanto de la realidad, no creeis?
La actividad es un punto positivo y algo a lo que deberían poder acceder todos nuestros mayores pero, ¿hasta que punto es adecuado apostar por una especie de ghetto en el que la palabra vejez está prohibida?
En “la ciudad del sol” sus ciudadanos no viven recordando el pasado y viendo pasar los días con temor, sino que se reinventan a sí mismos en sus últimos años de vida. ¿O quizá sea al revés? Quien sabe, es probable que ese enorme esfuerzo por olvidarse constantemente de esa etapa a la que pertenecen les haga sentir aún más viejos. Y a vosotros, ¿os gustaría permanecer vuestros últimos años en una ciudad como esta?