Digamos NO al maltrato y al abuso en la vejez
El pasado 15 de junio se celebró el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, muy necesario para poner sobre la mesa un problema que es necesario visibilizar.
Según la organización mundial de la Salud en el año 2015 había en el mundo 900 millones de personas mayores de 60 años, cifra que se prevé que llegará a duplicarse en el año 2050. Este aumento en el envejecimiento de la población mundial ha hecho que también aumente el número de casos de maltrato y de abuso en la vejez.
El maltrato en la vejez es «un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza» y es considerado por la OMS como un importante problema de salud pública. Puede ser de muy diversos tipos: físico, psicológico, sexual, emocional o incluso puede tratarse de abuso económico o negligencia.
Se trata de una grave violación de los derechos humanos y sin embargo la sociedad todavía no ha tomado consciencia de la magnitud del problema. Hasta hace poco incluso era un tema que se evitaba, que se ocultaba, que era tabú. El maltrato al mayor se empezó a reconocer en 1975 pero incluso aunque ahora se hable más de ello, sigue siendo un problema sobre el que no se profundiza y al que no se le da la importancia que tiene. Existen protocolos de actuación pero ni siquiera se llevan a cabo.
Debemos ser conscientes de la situación de vulnerabilidad del mayor, que aumenta al aumentar su dependencia física y deterioro cognitivo, sobre todo porque en muchas ocasiones el maltrato viene de parte de sus propios familiares o de las personas que los cuidan a diario.
Un tipo de maltrato que también se da con frecuencia es la marginación a la que se somete al mayor, haciendo que estos tengan poca participación y representación en la sociedad. No se les escucha y se les relega siempre a un segundo plano. Se les considera poco útiles y no se tiene en cuenta su opinión en los temas que afectan a toda la sociedad.
Mayoritariamente las consecuencias del maltrato que prevalecen son las psicológicas o emocionales, sobre todo cuando el maltrato es ejercido por los propios hijos del mayor. Son muchas las personas mayores que por esta causa sufren depresión y ansiedad, enfermedades que en la mayoría de los casos están mal diagnosticadas, ya que se pretenden solucionar recetando fármacos cuando el problema está en las propias casas o centros de cuidado.
Cómo evitar el maltrato
Sin duda alguna el paso más importante que debemos dar como sociedad es especificar la dimensión del problema, aportar cifras exactas a través de estudios y con todo ello aplicar los planes sobre envejecimiento y salud que la Asamblea Mundial de la Salud adoptó en mayo del 2016. El maltrato en la vejez debe convertirse en un debate público y en un tema prioritario para los gobiernos.
Debería haber leyes que protejan al mayor en estos casos. Tal y como reivindica Carmen García Revilla, presidenta de la Comisión Ni abuso, Ni maltrato: no estás solo de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA): “Un marco legal más completo y específico para esta casuística especifica como instrumento para quienes tienen el deber de actuar”
Es sumamente necesario además difundir el problema mediante campañas específicas de sensibilización y de información, para que la sociedad sea consciente de esta realidad y sepa cómo actuar ante estos casos. Debemos darle visibilidad al maltrato y abuso que sufren los mayores y eso es tarea de todos.