Piedra, papel, tijera
¡Ya está aquí la vuelta al cole! Volver a ver a los amigos, a cargar con los libros, a disfrutar del patio, a sumar, a restar, a leer y a dibujar. Seguro que tenéis muy buenos recuerdos de vuestra época del colegio. Nosotros hoy queremos compartir los de nuestros olecereños, que son una enorme fuente de sabiduría, experiencias y momentos memorables.
A la mayoría de ellos lo que más les gustaba eran las matemáticas, ¡y es que sumar, restar y multiplicar se les daba de miedo, por lo visto! Eso nos cuenta Eulogio, que se sentaba en la primera fila porque era el que mejores notas sacaba de su clase en un colegio de pago en Alcabre. Eso sí, doña Ramona estaba cansada de sacarlo al encerado castigado porque era muy travieso y se dedicaba, desde la parte derecha de la clase donde se sentaban los niños, a lanzarles guiños a las niñas que se sentaban al otro lado y además eran frecuentes su risas mientras se rezaba el rosario. Lo que no nos gusta nada es el método de castigo de la profesora, por desgracia tan común en aquella época: doña Rosario se armaba con una vara con la que le atizaba por donde cuadrara pero Eulogio, en lugar de llorar, la miraba con gesto socarrón y terminaba riéndose en su propia cara.
Lola sin embargo se portaba muy bien en los distintos colegios en los que estuvo, ya que pasó por varios: primero estudió en las cubanitas, le llamaban así porque era un colegio que habían montado dos profesoras cubanas en el barrio del Calvario, después estuvo en el colegio de don Antonio y don Pepe, dos hermanos que daban clase en el Seijo y finalmente acabó en el Mariano, un colegio de monjas que aún existe en los Llorones.
Mercedes y María Peleteiro no siempre se portaban tan bien como Lola y alguna que otra vez recibían castigos por sus travesuras. El cole de Mercedes era mixto y estaba en el Calvario, estuvo allí hasta los 10 años y luego aprendió costura. Por su parte, María tiene un especial recuerdo de sor Amelia, una profe de su colegio de monjas y solo de niñas en Ourense, de donde es ella. Le gustaba mucho que en el colegio le dieran la comida ya que eran tiempos de guerra y por las casas escaseaba.
Nuestra residente más internacional, Silvia, originaria de Italia, pasó sus primeros años en un cole de la provincia de Varese, en Olgiate Olona, al norte del país. Se trataba de una escuela a la que acudían los hijos de familias con pocos recursos de la región de Lombardia. Allí se les proporcionaba estudio y cuidados a los niños desde recién nacidos hasta los 18 años y se les enseñaba un oficio. El colegio pertenecía a la condesa de Cavali y estaba gestionado por monjas y curas y ofrecía servicio médico, dentista, nodrizas. Silvia recuerda especialmente a una monja muy bajita pero que tenía mucho genio porque, a pesar de su carácter serio, les enseñó muchas cosas útiles. Por ejemplo, les hacía ir a la compra para que aprendieran a gestionar el dinero. También recuerda a una amiga judía que tuvo que vivía en el colegio para esconderse en la época de la guerra.
Da igual el tiempo que haya pasado, todo el mundo guarda recuerdos de sus tiempos de escuela y qué bonito es compartirlos con los demás. 🙂